Querer y no poder.

Sensaciones frías con nombres demasiado comunes: ''desesperación'', ''impotencia''. Nos rodean día a día, estamos tan acostumbrados a oír sus nombres que nos parece habitual esa sensación de haber dejado escapar al hombre o mujer de nuestras vidas, o el proyecto de trabajo que siempre habíamos anhelado. Nos conformamos con terceras personas que no entienden nuestras expectativas y trabajos de quita y pon, sólo para ganar el suficiente dinero como para poder autocompadecernos dentro de nuestra propia casa, llena de trastos inútiles y emociones de pegatina.
Inventamos frases, repetimos citas que ha dejado de tener sentido: ''tempus fugit'', ''carpe diem''... nadie las escucha realmente. Nadie ha tenido el valor de vivir el momento, el día a día, el segundo. Nadie ha sido tan valeroso o tan loco de luchar por sus sueños sin importarle nada más que ellos. Olvidando el futuro y el pasado, sólo centrándose en el instante. Todos hemos oído mil veces las mismas retaílas, hemos visto las mismas imágenes, nos han contado la misma historia, nos han comparado con rosas, alentándonos a aprovechar nuestra juventud antes de marchitarnos en un otoño infinito, nos han dicho que seamos felices, que vivamos el ahora.
Y lo hemos oído tantas veces que se ha convertido en un sonido de fondo, algo tan repetitivo y nunca interiorizado. Algo tan tictac del reloj o canto de un pájaro en tu ventana.
Buscamos miles de excusas sin sentido que sólo nos creemos nosotros mismos, ''el tiempo ya pasó'', ''no se puede volver atrás'', ''si entonces hubiera sabido lo que sé ahora''. Nos compadecemos una y mil veces, nos lamentamos de no haber hecho tal cosa y, en definitiva, perdemos el tiempo que podríamos estar usando en disfrutar nuestra vida y que, dentro de unos años recordaremos como tiempo perdido: ''ay, si hubiera sabido qué corta era la vida no me hubiera pasado décadas llorando en las esquinas'', pero al hacerlo, sólo perderemos más tiempo y, cuando llegue el día de nuestra muerte, seguiremos lamentándonos por no haber aprovechado ningún segundo al máximo.
Y volvemos al trillado ''carpe diem'' para nunca más sentir "desesperación" porque el tiempo ha pasado, se ha acabado el plazo de tu vida.
No hay acto más lamentable que el ''perdí mi oportunidad'', ''nunca más volverá a pasar mi tren''...
Tu oportunidad es ahora, tu tren nunca ha dejado de pasar. Quizá ahora te parezca lejano, no lo veas a simple vista, todo sea mucho más complicado... porque ha seguido su camino, pero si te esfuerzas y encuentras sus vías, si las persigues con todo tu afán...

Dale una vuelta de tuerca a tu ''quiero pero, lamentablemente, no puedo'' y busca soluciones alternativas. No hay nada que no tenga arreglo, menos la muerte.

Comentarios

Entradas populares