Entretener

Siempre escribo pensando en los demás, o al menos en la imagen que me he creado de ellos. Cada vez que me planto ante una página en blanco veo sus rostros mirándome inquietos; esperando que escriba algo que les haga un poco felices, y os prometo que yo lo intento pero ya sabéis esa manía casi obsesiva que tengo de llevar cualquier atisbo de felicidad que pudiera rodearme al desastre. Y ahí es donde, creo, me entra una especie de envidia; ¿por qué iba yo a hacerles felices? ¿Por qué iba yo a escribir para otros: más altos, más guapos, con vidas mucho más interesantes? ¿Es esa mi única misión en la vida? ¿Entretener? Oh, no: entretener. Esa palabra precisamente me vuelve loca; dentro de mi amor por las letras siempre ha aparecido ésta entre mis favoritas: entretener. Y ahí es donde viene mi supuesta función en el mundo. La razón por la que voy a todas partes con hojas sueltas o un móvil que casi no funciona pero lleno de borradores con todas mis tonterías. Es inevitable que me haga preguntas… ¿para qué escribo? ¿Lo hago sólo para desahogarme o en realidad quiero que alguien lo lea? ¿Tengo talento para esto último? ¿Aburro a la gente? ¿Tengo algo interesante que contar? ¿Realmente quiero vivir así: dándole vueltas a cosas que no existen? ¿Únicamente acompañada y entendida por personajes que yo misma he creado? ¿Quiero, en serio, pasarme la vida sola, pensando en todo lo que pude haber hecho y no hice porque cada vez que me pasa algo interesante he de parar (y digo ‘’he’’ porque yo así lo siento, casi como una obligación enfermiza) y anotarlo? Os parecerá ridículo, diréis incluso: “estás exagerando, Julia, puedes parar cuando quieras”. Lo dudo, de corazón (si es que tengo aún de eso). Ni siquiera ahora mismo puedo dejar de pensar en cómo reaccionaría la mujer que acaba de cruzarse conmigo en el ascensor (y a la que he decidido llamar Sonia) si su marido le dijese que tenía un amante. ¿Veis lo que quiero decir? Soy incapaz de concentrarme en un solo asunto, en una sola línea argumentativa, en solo una historia… Nada me parece lo suficientemente bueno o interesante y dejo los personajes a la mitad, casi como mi vida. No soy perseverante y para escribir se necesita perseverancia. Ahora diréis ‘’si no reúnes las cualidades suficientes, deja de escribir, no lo hagas. Si crees que lo haces mal, que no gustarás o que, simplemente no estás a gusto con lo que haces: deja de hacerlo”. Pero ahí aparezco otra vez yo (siempre he sido yo) gritándoos la verdad: amarga, triste; escribir es lo único que me relaja, lo único que hace que me sienta a gusto conmigo misma; lo único que, cuando termino, no me deja un sabor agridulce, a falsa felicidad, a algodón de azúcar.
Nunca sé si me expreso bien, si alcanzáis a entender lo que os intento explicar, pero imagino que os entretengo, que os tengo entre mis brazos, que en ese rato que estáis sin parpadear entre línea y línea, me comprendéis mejor; que alguien me comprende. Siento que en esos pocos minutos os tengo entre mis dedos, los mismos con los tecleo, en ese momento en el que observáis la pantalla del ordenador os tengo entre mi pelo, entre mis pestañas, observando con mis ojos la misma realidad que veo yo. Os tengo entre. Os entretengo. Y eso, aunque me de cierta envidia, también me reconforta por que si no nunca hubiera empezado a escribir esta entrada, ¿verdad?

Comentarios

  1. Verdaderamente increíble, hacia tiempo que un texto no me emocionaba de tal forma.

    Me has recordado porque disfruto tanto al escribir, a pesar de la frustración de que nadie jamas llegue a entender lo que quiero decir o inclusive llegue a leerlo.

    Gracias.

    ResponderEliminar
  2. ''Os tengo entre. Os entretengo.'' Bello.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares