Tic tac tic tac tic tac tic tac

Decisiones y una cuenta atrás que me oprime son lo único que me aleja de pensar en el trillado tema X.
Mañana es el día D y no es que esté nerviosa, es que casi no puedo respirar. Estoy angustiada y un poco triste, y la sensación horrible de que mi vida empieza mañana no hace más que incrementar la opresión interna. Como diría Ortega la vida es tomar decisiones, futurición, y... bueno esa dimensión de fatalidad ya que nosotros no elegimos ni nuestro mundo ni las circunstancias que nos toca vivir. Pero eso no viene al caso (¿o sí? ya no sé de qué estaba hablando).
Sí, nuestra vida es futurición, es tomar decisiones que nos llevan hacia un camino, a veces bonito y otras (la mayoría) no tanto; pero, oídme bien, posiblemente las peores decisiones son las que más nos van a enseñar en la vida, las que nos van a hacer crecer y diferenciarnos del resto.
Porque eso es algo que siempre me ha dado vueltas aquí dentro: no ser igual que la persona que pasea a su perro a mi lado, no ser igual a esa señora que lee el periódico en el metro con los ojos tristes, no ser igual al resto, no ser igual a nada. Aunque supongo que nadie quiere serlo. Todos queremos ser especiales en algo, encontrar el sentido de nuestra humilde y pequeña vida y decir "eh, tengo que levantarme cada mañana porque soy especial y único. Soy importante y el mundo me necesita" y aunque parezca un pensamiento tonto propio de cualquier tertuliano de la TDT party, si no fuera por él la mayoría de la gente que nos rodea acabaría suicidándose. Aunque pensándolo bien tampoco es que haya mucha diferencia entre eso y lo que hacemos en realidad: salgo a la calle y lo único que veo es gente vagabundeando por las esquinas buscando cualquier cosa que les haga sonreír, desesperados por sentir que alguien les necesita, que son algo importante, que son alguien. Sólo veo gente sola, con miedo a sentirse rechazada por ser demasiado alta o demasiado baja, gente sola con miedo a quedarse más sola, gente que se obliga a sí misma a olvidarse de quién son realmente para no ser rechazados. Gente que se autoimpone gustos musicales, ropa "a la moda", poses sexys en el espejo. Gente que poco a poco va desapareciendo camuflándose con la multitud, pasando a ser uno más de su grupo de amigos, llegando a tener miles de fotos en cualquier red social, comentadas por otra gente que también está sola. Gente que se hace fotos no porque le encante la magia de capturar un momento, no porque ese instante vaya a quedar grabado para siempre, sino sólo para que el resto sepa que se lo está "pasando bien", que es guap@ o que sabe usar el photoshop. Y con mucho brillo y con el pelo en la cara, se hacen miles de fotos para llamar la atención de cualquier otro corazón difuminado dentro de la sociedad que les haga sentirse menos solos. Porque en realidad la vida de la gente no es interesante. Incluso la de esa persona que te gusta, o de esa que admiras tanto y cuya vida te parece tan ideal (probablemente utilice muy bien un progama de edición de fotos, sobre todo si no consegís verle los poros que, señores, TODO el mundo tiene). Las vidas en general no son tan divertidas como parecen en las fotos del tuenti/facebook... y si os adentráis un poco en cualquier persona veréis que es verdad lo que os digo. Todos nos aburrimos, todos nos arrepentimos (volviendo a mi tema inicial) de no haberle dicho algo a alguien, de haber escogido esa opción que no nos ha gustado, o que sí lo ha hecho pero quizá otra hubiera estado mejor.
Quizá si hubiera escogido no vivir una vida entre páginas descoloridas de libros, hubiera sido feliz en la vida real.
Quizá si dejase de atormentarme por lo que pasó podría vivir el día a día sin sentirme culpable.
Quizá si hubiese, o si no hubiese hecho...

Pero supongo que lo que debemos (debo) dejar de hacer es vivir la vida en subjuntivo. Salir del mundo de los sueños un poquito y acercarme al mundo real, donde se cumplen (a veces).