Tú.

Existen palabras bellas por sí mismas (nostalgia, soslayo, tinieblas, sonrisa, canción, y tú).
Y luego están otras, las que por más que intentes nunca pueden llegar a ser buenas, “desamor”, “soledad”, “demasiado”.
Porque nada que sea demasiado es bueno. Demasiado guapo. Demasiado inteligente… Cualquier sustantivo se deforma a su lado. Es como un píxel fundido, todos a su alrededor se funden, haciendo que todo lo que estaba a su lado se oscurezca. Demasiado triste. Ni con palabras feas funciona.
Demasiado rojo. Demasiado feliz. Demasiado. Demasiado. Demasiado.
¡Qué palabra! ¡Qué injusticia que todo lo que esté a tu alrededor se apague! Suerte que todavía existe la única palabra verdaderamente importante, esa que aunque la demasialices por todas partes sigue siendo intensa, como el café.

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