Pero es que yo ya he crecido (al menos lo sufiente) para dejar de hacerte esos collages con el paint, tu nombre y el mío y un corazoncito rosa fucsia.
Ahora que ya soy (casi) mayor, escribo frases de amor de películas cursis en la palma de mi mano y me pinto las uñas de color rojo sangre para recordar lo mucho que duele quererte.
A veces grito fuerte, muy fuerte para convercerme a mí misma de que ya te he olvidado, pero siempre que lo hago temo que alguno de mis vecinos, harto de escucharme, salga a la ventana y me ría la verdad.
Como visto lo visto, es imposible olvidar sentimientos (ya sea el odio, ya la locura) y que, por mucho que me repita a mi misma que el tiempo todo lo cura sigo temiendo encontrarte detrás de cada esquina, he decidido que debo dejar de autoengañarme y aceptar por fin en lo que soy: una veleta, un girasol.
 Me gusta imaginarme meciéndome entre el aire que sale de tu boca al respirar y sólo giro cuando sonríes.

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